sábado, 23 de marzo de 2019

El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Jonas Jonasson

"...when life has gone into overtime it's easy to take liberties..."
 The Hundred-year-old Man who climbed out of the Window and disappeared.
Jonas Jonasson

A veces las casualidades van de la mano, los astros se alinean para que tropecemos en una biblioteca, en una librería o en una consulta de dentista, con un libro en el que hay un título resultón y una portada llamativa que nos embauca, y si encima, al cabo de unos días encontramos un artículo que guarda relación con la historia, acabamos concluyendo que sí, que el universo conspira contra nosotros, y que de vez en cuando nos pone en la mano un libro que estábamos destinados a leer. ¿Qué tienen en común El cuaderno de Noah de Sparks, El amor en los tiempos del cólera de Márquez, El abuelo de Galdós o El viejo y el mar de Hemingway? Seguramente una idea les ha venido a la cabeza: libros en los que los protagonistas son personas de cierta edad
Pues precisamente, un abuelo es el protagonista de la reseña que les traigo en esta nueva entrada: Hundraaringen som klev ut genom fönstret och försvann (2009) de Jonas Jonasson, un periodista y escritor sueco que lanzó este best seller que acabó traducido a más de 14 idiomas. La edición que encontré es  The Hundred-year-old Man who Climbed out of the Window and Disappeared de la editorial hesperus, en la que por cierto, pueden encontrar libros en varios idiomas, en formato digital e impreso. Volviendo a la edición de la que les estoy hablando, he de decir que está traducida al inglés por Rod Bradbury, es una pena que no maneje sueco pero es lo que hay, y puedo decirles que para aquellos que quieran mejorar su inglés, este libro es una opción asequible porque podrán seguir perfectamente la historia si tienen un nivel de inglés intermedio-bajo. Para los que se les atragantan las lenguas, tienen El abuelo que saltó por la ventana y se largó, una traducción de Sofía Pascual Pape en salamandra. Y ya para los más perezosos, existe una versión en pantalla grande de 2013 que incluso se llevó algún Óscar.
Lo primero que el lector encuentra al abrir el libro, es un narrador omnisciente en tercera persona que va relatando cada capítulo, con una fecha que permite al lector situar cuando se suceden los acontecimientos y las peripecias de un centenario abuelito, Allan Karlsson, que decide ponerse el mundo por montera y escaparse por la ventana de la residencia para ancianos en la que vive, el mismo día de su cumpleaños.
Jonasson describe con simpleza, maestría y una buena dosis de humor a un personaje entrañable, caradura y borrachín con un toque de ironía que hace sonreír al lector desde las primeras páginas. Cuando el lector se encuentra a un hombre ataviado con un atuendo pintoresco que se describe en los siguientes términos «pantalones marrones, chaqueta marrón y unas chanclas de andar por casa también llamadas chanclas de orinar» y cuando el autor advierte que aunque pueda parecer todo lo contrario, no es una nueva moda impuesta por un influencer hipster, si no fruto de la prisa del viejecito en su huida de la residencia al más puro estilo de una película de aventuras, el lector ya presagia que se encuentra ante una buena historia. Así, cada situación o tema más o menos serio se presenta bajo el recurso recurrente de la ironía y el humor. Un ejemplo de situación cómica aborda el tema de la proximidad de la muerte con ironía que tan bien emplea Jonasson y cuando el vejete se sienta justo al lado de la lápida de una quinta suya ya fallecida, o cuando aborda la muerte de su padre intentando proteger un trozo de tierra que había vallado con cuatro tablones y había declarado una «república independiente» en tiempos de Lenin. De tal palo, tal astilla. El libro trata de los achaques de la edad, de las vivencias acumuladas y sus propios orígenes, de las experiencias no tan agradables que un anciano debe experimentar, incluso de la actitud desabrida y tan poco profesional que algunas personas que trabajan de cara al público muestran, triste y especialmente con los ancianos:
"The man gave him an irritated look as he raised his eyes from his computer screen Perhaps he felt the waiting room was becoming too crowded corner, because over in the corner there was already another person."

El lector se siente extrañamente familiarizado e identificado con el pobre Allan y lo que hay que aguantar en el día a día, desde el episodio con el vendedor de billetes que parece estar molesto por tener que desempeñar su trabajo, hasta una reclusión en un sanatorio aparentemente fortuita en su juventud, hasta el arranque de mangarle una maleta repleta de pasta a un joven matón solo porque Allan perdía el autobús en su huida más allá del geriátrico. Nuestro personaje es un canalla entrañable. Jonasson utiliza una sutil ironía para relatar los hechos, moviendo al lector a la risa y a la carcajada constante, mediante el uso del humor en situaciones relativamente serias que se transforman en inverosímiles.
En esta novela se dan cita sucesos que abarcan un extenso periodo, desde 1905 hasta 2005. Hay perezosos, jetas y sobre todo decisiones inesperadas. El genial abuelo Allan, caradura y sin vergüenza, puede recordarles a una mezcla entre Paco Martínez Soria y Abe Simpson, con sus meteduras de pata, sus encuentros con personalidades históricas relevantes y sus devaneos con las agencias de inteligencia estadounidenses. En definitiva, que el protagonista "la lía parda" pero se hace querer. Aviso a navegantes, nunca subestime a un anciano, ya que puede responder de un modo de lo más inesperado.

P.D: En mis estanterías ya aguarda otra novela de este escritor que me ha sorprendido gratamente. ¿Conocían esta novela? ¿Han leído libros con protagonistas octogenarios? Gracias por leer esta entrada. Hasta la próxima.

"Things are what they are, and whatever will be will be."
The Hundred-year-old Man who climbed out of the Window and disappeared.
Jonas Jonasson

Título: The Hundred-year-old Man Who Climbed Out of the Window and Disappeared
Autores: Jonas Jonasson
Páginas: 400
Editorial: Little Brown
Año de edición: 2015
Precio: 12€



lunes, 18 de marzo de 2019

Esperando a Godot: Zapatos, sombreros y decadencia


«...un día nos volveremos sordos, un día nacimos, un día moriremos, el mismo día, el mismo instante...»

Esperando a Godot, Samuel Beckett

A menudo se ha presentado a Beckett como un filósofo, como un gurú del existencialismo pesimista, dejando de lado su faceta de escritor o poeta que revolucionó los géneros dramático y narrativo. Sus obras suscitan amores exacerbados u odios profundos, y quizás sea la originalidad de sus obras el punto más radical que lleva a no comprenderlas. Pero que no comprendamos el universo no es obstáculo para que nos enamoremos de su belleza. 
¿Qué puede encontrar el lector que se acerca a la obra de Beckett? Dentro de la estética de este escritor, que se consideró a sí mismo como exiliado, no falta la tragedia, la brevedad y lo efímero de la vida, la soledad, la decadencia, la "descomposición" de lo humano, la impotencia y el sufrimiento, el existencialismo y el surrealismo, todo ello bajo una vis cómica que le da un toque de humor ácido y corrosivo, echando mano de la parodia y la ironía, creando una metáfora del qué, del cómo y del dónde vivimos. Para algunos críticos, Beckett es el resultado del momento histórico en el que vivió y quién acabó convirtiéndose en el paradigma del artista escindido por la desconfianza e insatisfacción, características que destilan sus obras y la obra en particular de este análisis, Esperando a Godot. 
En su obra conviven el lenguaje y la tradición de las palabras de los grandes en forma de ecos deconstruidos y ejemplos de intertextualidad clara Pitágoras, San Agustín, Descartes, Schopenhauer, Freud, Jung, Dante, Shakespeare, Cervantes, Calderón, Milton, Swift, Sterne, Yeats, Proust, Joyce, Sartre, Kafka...
Para Beckett, la vida y la obra de arte son silencio, y ello queda patente en los silencios que adquieren una gran carga simbólica en su obra Esperando a Godot, así como las acotaciones.
Beckett introduce por primera vez en esta obra de teatro un habla vulgar que convive con una diversidad de registros, de lenguajes más cultos. Los signos de puntuación, el lugar donde los sitúa, la longitud y la sencillez en la construcción de las frases contribuyen a que el lector experimente la sensación de brevedad en el texto, sensación que contorsiona hasta el extremo opuesto cuando emplea recursos retóricos en el diálogo con Lucky.
Para un lector acostumbrado al teatro tradicional, puede suponer una ardua tarea tener que enfrentarse Esperando a Godot, pues no cabe encontrar una estructura teatral convencional, ni unos personajes comunes, ni una totalidad al uso. Para el lector-receptor la estructura se vuelve irreconocible, anti-convencional y cíclica, por no hablar de la subversión total de las categorías aristotélicas que hacen referencia a la unidad de acción con su lógica y concatenación de causa y efecto, quedando transformadas radicalmente hasta el punto de diluirse. No puede hablarse de un planteamiento, de un nudo o de un desenlace. Beckett muestra en la primera escena un árbol desnudo, aparentemente muerto sobre fondo gris de ceniza y un hombre que intenta descalzarse obsesivamente. En el segundo acto, el árbol vuelve a aparecer esta vez con una leve variación, tiene hojas, y los zapatos también están presentes, lo que nos da sentido de acción, de progresión, de transcurrir del tiempo, de repetición de hechos que no tienen lógica. Queda claro que nuestro dramaturgo irlandés refleja mediante esta imagen poética el absurdo de la vida. Beckett utiliza otros objetos que parecen intensificar y densificar la situación, la maleta, la cuerda o los sombreros, objeto este también presente en su obra Los días felices.
Los aspectos que rigen la idiosincrasia de los personajes en el Teatro del Absurdo son según Núñez (1981): la transformación repentina del personaje, como cuando Lucky se queda mudo o Pozzo se queda ciego; la intensificación progresiva, como cuando aparece el muchacho para revelar el supuesto mensaje de Godot; la inversión del principio de causalidad, como cuando Vladimir y Estragón piensan en suicidarse pero no llegan a llevarlo acabo por no tener una cuerda y porque están esperando a Godot, que nunca llega; y por último, el énfasis rítmico o emocional. El lector no encuentra un nexo lógico que lo transporte de una escena a la siguiente, simplemente encuentra un lenguaje basado en imágenes, que se repiten hasta en los propios nombres de pila, Didi o Gogo, o en el discurso que pronuncia Lucky sin freno al ponerse el sombrero de pensar, discurso y ortotipografía que recuerdan al stream of conciousness de Joyce. Así, todos los personajes parecen el mismo, se comportan y hablan casi de la misma manera, como en el caso de Vladimir y Estragón. Vladimir parece ser la memoria, mientras que el otro personaje no recuerda el día anterior. Así, los personajes carecen de individualidad, estabilidad e identidad, y al igual que la acción, es un ser resquebrajado y deshumanizado, una acumulación de situaciones.
La sensación de estatismo se comunica a través de un conjunto de imágenes, de modo que Vladimir y Dimitri acaban prácticamente en el mismo punto en el que comenzó la obra, como si Beckett quisiera transmitir al lector que nada sucede en la existencia del hombre. Que es mejor no pensar. Además, todos estos elementos se entremezclan con el psicoanálisis y el surrealismo, en una estructura en la que la escena parece sacada de una ensoñación, ya que al igual que en la forma de los sueños aparecen una serie de elementos yuxtapuestos que se suceden aleatoriamente, mediante la ambigüedad y limites desdibujados.
Así que, si quiere disfrutar de una lectura que le haga sentirse como si se hubiera caído dentro de Carne de gallina inaugural o La persistencia de la memoria, y no confía o no entiende demasiado los engranajes de este mundo, no dude en leer esta obra increíble.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Cicatriz: Un thriller y un destino. Juan Gómez Jurado

Dice Manuel Vázquez Montalbán que
La novela negra da al delito una dimensión social urbana, ligado con un desarrollo capitalista determinado que crea unas relaciones   interhumanas muy especiales. El mundo donde termina la legalidad y empieza la ilegalidad es un límite pactado, y eso la novela negra lo  capta de una manera realista. La novela negra posee condiciones  técnicas para asumir y aprehender el realismo superiores a las que  pudo tener en su momento el realismo socialista o el realismo crítico. —M. VÁZQUEZ MONTALBÁN (en Colmeiro, El ruido y la furia, 2013)
¿Por qué Cicatriz de  Juan Gómez-Jurado es un thriller que no puedes pasar sin leer?

En primer lugar, esta novela muestra una serie de contenidos argumentales que se solapan y
entrecruzan mediante juegos intricados de tiempos que el autor, como un cirujano experto, cincela a golpe de bisturí, cortando aquí y allá, dejando entrever cómo y cuando quiere una historia que se desvela adelante y atrás en el tiempo, en un entrecruzamiento de hechos pasados y presentes, de voces, de narradores y de diálogos que mantiene en vilo al lector. Así, dentro de la iconografía característica y distintiva que diferencia al género del thriller del resto, se suceden negocios redondos y venta de aplicaciones web por parte de cerebritos no siempre congraciados consigo mismos, retos, deudas, matones de moral dudosa, asesinatos, mafias y redes de todo tipo, hackers, las fuerzas del orden con su "el bueno y el malo", sexo, amor, pistolas, homosexualidad. Y hasta rusos.

Gómez-Jurado le da una vuelta de tuerca y actualiza el hard-boiled style introduciendo temas que ponen en contacto la realidad más cotidiana con los nuevos bajos fondos de una sociedad que respira el mismo aire que respira el lector, aquí y ahora. Su manera de narrar, de organizar la sucesión de las escenas, la viveza, la simpleza y la agilidad de los diálogos, o los cambios de enfoque dotan a la historia de un sabor cinematográfico que enriquece y agiliza la lectura. No es de extrañar que las obras de Gómez-Jurado se traduzcan a tantos idiomas ni que susciten el interés de directores cinematográficos. Además, otro hecho que contribuye a generar más interés por la historia para sus posteriores adaptaciones es, sin duda, el carácter globalizante de la misma: los escenarios, el origen de los personajes, tanto a nivel de procedencia como de escala social. Una historia globalizante e inmersiva con personajes entrañables como Arthur o incluso aquellos que llegan a morir en la novela. Unas 300 páginas en las que se incluyen claras referencias al dogmatismo del thriller donde no faltan balas, sangre o incluso la mención a Colombo, pasando por referencias metaliterarias como Shakespeare o Tolstoi. Pasando por el eclecticismo del buen Boris, que disfruta con Bach o Coltraine,  los guiños al cine en forma detective con apellido de tipo duro y piel tan negra como la novela, o las pinceladas del expresionismo abstracto que decoran las escenas más grotescas.

Podría hablar de sus referencias, de las participaciones que realiza en redes y otra serie de programas, de su preparación profesional periodística y de por ejemplo, que a fecha del 13 de marzo de 2019 y con su nueva novela Reina Roja, la cual está experimentando un éxito mayor que sus anteriores trabajos, Gómez-Jurado revela en su twitter que una nueva posible novela estaría "cociéndose". Podría decir mil cosas y echarle flores puede que eso lo haga en otra entradapero, como el "movimiento se demuestra andando", y "por sus obras les conoceréis" Cicatriz no necesita florituras, ni adornos. Si "el hombre es un animal que configura su identidad a base de leyendas", Gómez-Jurado ya puede estar tranquilo porque se ha ganado un hueco en las estanterías de medio mundo. Y con razón.

Página del autor http://juangomezjurado.com/

¿De qué pasta está hecho gatos violetas y otras ficciones?

¿De qué está hecho un gato violeta?¿De dónde viene y a dónde va?¿Qué importa eso? Quédate por este callejón de palabras a propósito de otras palabras. De ficciones y juegos de luz y sombra que hablan de otras ficciones y de otras sombras. Quédate y pasa a este laberinto para comentar historias, teorías y vidas.


Un cuento perfecto

"Érase una vez una mujer que lo tenía todo y un chico que no tenía nada. Érase una vez una historia de amor entre el éxito y la duda....