martes, 13 de agosto de 2019

Crónicas lunáticas. Asier Aparicio Fernández

Entro en las librerías impelida por una fuerza invisible que me lleva a darme de bruces con libros no pretendidos que siempre acaban convirtiéndose en grandes aliados y compañeros del espacio, del tiempo y de la vida. Acababa de leer un libro de Murakami e iba en busca de otro, estaba sedienta de esa forma de escribir y contar, pero al girar en una de las secciones vi en la estantería unos cuantos ejemplares de un libro con una imagen que me llamó la atención y que ilustra la portada de Crónicas Lunáticas. Ya había oído hablar de pasada de esta nueva obra de Asier Aparicio aunque nunca había leído ninguna novela del autor con anterioridad. A decir verdad, tenía alguna idea de qué iba la historia por un reportaje que se emitió en la tele local y porque el propio título era un juego de palabras que delataba ciertas conexiones con Bradbury, uno de los escritores que más admiro, releo y que más sabe sintonizar los canales de eso que puede considerarse lo humano. Pensé: «Vaya, otro que se suma a la moda, otro que se sube al carro de la CiFi y encima, por lo que dice, con un refrito del hombre sencillo que gestó una obra de un lirismo y hondura inigualable como es Farenheit 451». Pero, a pesar de ese prejuicio inicial basado en humo, abracé el libro entre las manos y le dije al dependiente que me lo llevaba puesto.

He de decir que al llegar a casa me acerqué a él aún con resquemor y actitud beligerante, como cuando tenemos a un amigo en un pedestal y viene otro nuevo amigo del que a penas sabemos nada y nos entran unos celos infundados, pero que a medida que conocemos en profundidad descubrimos un alma interesante y vemos entonces que estábamos equivocados y que el nuevo amigo es tan amigo como el de toda la vida. Sinceramente, me alegro de haberme cruzado con Crónicas Lunáticas un martes y 13, curiosamente el libro contiene 13 relatos que juegan con el número de fases de la luna y que aparecen en compañía de unas ilustraciones de Manuel Zapico muy acorde con cada historia .
Cuando te subes en la nave que te lleva de viaje por este mundo maravilloso que propone Asier de nexos metafísicos, literarios y de ciencia ficción, como lector, te das cuenta que has tenido suerte. Por si fuera poco, un prólogo del gran Dioni Arroyo (que tanto está luchando por que la CiFi sea tomada en serio en este país nuestro a parte de contribuir como escritor a crear grandes obras como Fractura) te da la bienvenida, como una garantía de que la travesía será placentera y que has escogido una de las mejores compañías que te podías imaginar. El lector que todavía pueda estar receloso o se muestre reacio y desconfiado porque alega que Bradbury, Orwell, Huxley, Wells o Borges son inimitables se dará cuenta a medida que avanza en la lectura de que cada uno de ellos tiene su sitio y Crónicas lunáticas también tiene el suyo propio. Además, las citas que adornan cada principio de los relatos, las cuales son una joya que puede servir como rosa de los vientos y brújula para los amantes del género y de la literatura en general allende las eras, Asier siembra una plétora de citas, refranes, alusiones a otras obras, anglicismos y latinismos que aunque alguno pueda tachar de exageradas o pedantes, que son más bien una muestra de erudición y de amor por el lenguaje, la literatura universal, la ciencia ficción y en la esencia misma de la vida. Dice Asier en la nota introductoria, y cita a Julián Marías, que «la ilusión introduce una irrealidad humana y que junto con la imaginación hace que la vida humana sea posible». Como señala Asier, da igual si el lector es ateo o no, basta que se acerque a sus historias con hambre de poesía y visión sin prejuicios. 
Francamente, Crónicas lunáticas es una colección de relatos que se leen de una tacada y con fruición, pues Asier logra hacer suya la herencia de los grandes maestros, absorbe esas voces y les da un sabor y un aroma cercano al presente del lector y al futuro que se nos avecina, siempre con un tono propio que rezuma riqueza y referencias que permiten amueblarnos por dentro, y que nos deja un poso y ganas de volver a leer cada historia.

Las historias, los temas son globales (Albania, planetas gemelos a la Tierra, México...), los personajes son todos y ninguno, pertenecen a mil mundos y tiempos dispares, donde se producen recurrencias espacio temporales que giran sobre sí mismas como estructuras fractales que nos envuelven y nos obligan a trascender las relaciones del tiempo, del espacio, de lo humano, de la naturaleza... Nada queda fuera: artilugios que tienen reminiscencias de la máquina de Antiquitera, pasados remotos, futuros superpuestos y Atlántidas sumergidas, torres de Babel, alephs y mitos (sin importar de dónde vengan o sin son originarios del cristianismo, de los mayas, de Zeus o de Alá) que nos revelan el secreto de lo esencial, la pérdida de la memoria, la dificultad para discernir la verdad de lo que no lo es, el vaciado del lenguaje al estilo newspeak orweliano, la importancia de las palabras, la reprogramación neurolingüística, el miedo a entender la bondad y la felicidad como regeneradora de mundos y de nosotros mismos, el control, las verdades sin banderas ni religiones, sino verdades completas en sí mismas como principio y fundamento, las diferencias que nos autoimponemos y el odio a los otros, los artilugios y cachivaches con nombres imposibles o aquellos que te roban el alma en una foto...Y así podía seguir y seguir, pues es increíble cuántas cosas caben en un libro tan corto y grande a la vez.

Tengo una costumbre y es que siempre dejo marcas de papel de diferentes colores en los libros que me tocan de forma especial y en frases o citas que me gustan especialmente recordar. Ni qué decir tiene que Crónicas lunáticas también cuenta con su arcoíris de post-its. Me parece que las tres primeras frases del relato primero son brutales y se ven reforzadas al final de esa historia, con lo que se cierra el círculo de forma magistral. Como digo, citaría muchas frases de los relatos de Asier Aparicio porque son de esas palabras e historias que se te enredan en el alma y se echan andar contigo para siempre, pero como dice el autor «las palabras no nacen de la nada sino del espíritu que las anima» y si «lo dicho permanece», ten por seguro que quien se atreva a sumergirse en tus crónicas una vez volverá al cabo del tiempo a ellas como quien vuelve al hogar. 

2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por tu sincera, erudita y completísima reseña. Me alegro infinito de que hayas disfrutado y reflexionado con mis "Crónicas"; lectores como tú hacen que tengan más sentido.🙂

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  2. Gracias a ti por tus historias y por el esfuerzo y paciencia de leer las opiniones de tus lectores. Con ganas de leer más libros tuyos en la misma línea. Un saludo

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