Para aquellos interesados en el proceso creativo de la escritura o simplemente para aquellos lectores que disfrutan de la prosa viva de Haruki Murakami es necesario echarle un vistazo a este compendio de pensamientos en voz alta que se engloban bajo el título de De qué hablo cuando hablo de escribir.
Dentro de la colección Andanzas de Tusquets, Murakami se confiesa en seis de los capítulos que componen esta compendio de ensayos desenfadados que realmente surgieron por puro divertimento, sin pretesiones ni deseos ocultos de ser publicados. Más bien los catalogaría de reflexiones desnudas, recogidas por escrito, simple y llanamente, con el deseo de escribir, de contar por placer y reflexionar sobre el acto creador en voz alta y para uno. Estos seis capítulos y los restantes, los cuales resultaron de para ser publicados, aparecieron en la revista Monkey.
Pero ¿de qué nos habla Murakami en este libro? Pues entre otras cosas nos deja entrever qué tienen de especial los escritores, por qué derroteros transita un escritor hasta que acaba convirtiéndose en un animal regurgitador de letras, qué estrategias utiliza él para escribir novelas y especialmente aquellas novelas de gran extensión. Por ejemplo, Murakami apunta que no hay que contar con una inteligencia suprahumana para escribir una novela, habla de que hay muchos que se suben al rin, pero también dice que escribir es una carrera de fondo y que solo tiene sentido dedicarte a ella si cuando escribes sientes lo mismo que cuando tomas una cerveza fresca o tocas un instrumento. Disfrutas y no buscas premios, ni reconocimiento, ni te ciñes a un estilo que te piden. Y es cuando Murakami nos habla de individualidad en el sentido que el no sigue modas ni normas, escribe lo que le sale de las teclas. Es interesante la relación que plantea entre la individualidad y el ejercicio, mens sana in corpore sano. En su caso practica ejercicio todos los días como un mecanismo que relaciona con el hábito de escribir.
Murakami también habla de la escuela y de que no encontró
particularmente útil aquel periodo de su vida, pues aunque sus notas fueran mediocres a él lo que le interesaba era leer y la música jazz. De hecho, montó un bar en el que los músicos podían acudir a jam sessions, y a pesar de casarse, continuar con el negocio, asistir a la universidad...dejó todo por su pasión cuando esta se le reveló en un partido de forma inesperada. Así, Murakami habla de que un escritor debe contar con formación y experiencia, pero no necesariamente en ese orden y que uno debe encontrar su propio orden. Lo que sí considera importante es que:
"Las palabras tienen poder y ese poder hay que saber usarlo de una forma correcta".
La creación y, por ende, la originalidad tienen un carácter individual para Murakami aunque a veces eso implique salirse de los lindes prestablecidos y que la gente rechace por puro instinto y de forma automática lo que desconoce, pero para el escritor eso no es imporante porque el tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio. El tiempo es el que también hace que a través de generaciones de lectores, las obras verdaderamente originales perduran más allá de premios y campañas publicitarias de las editoriales. Murakami habla de para quién escribir, de los personajes y de su capacidad para avanzar en las historias, de qué ocurre cuando un escritor se lanza a la aventura y marcha al extranjero, de su particular visión de los premios, nos regala una narración colmada de referencias literarias, musicales...pero sobre todo nos habla de que la expresión última, el sentido y la esencia básicos de la escritura y de la literatura, es el placer de contar historias, el placer de la literatura en sí misma. Un libro y un escritor que no puedes dejar de leer.
Pero ¿de qué nos habla Murakami en este libro? Pues entre otras cosas nos deja entrever qué tienen de especial los escritores, por qué derroteros transita un escritor hasta que acaba convirtiéndose en un animal regurgitador de letras, qué estrategias utiliza él para escribir novelas y especialmente aquellas novelas de gran extensión. Por ejemplo, Murakami apunta que no hay que contar con una inteligencia suprahumana para escribir una novela, habla de que hay muchos que se suben al rin, pero también dice que escribir es una carrera de fondo y que solo tiene sentido dedicarte a ella si cuando escribes sientes lo mismo que cuando tomas una cerveza fresca o tocas un instrumento. Disfrutas y no buscas premios, ni reconocimiento, ni te ciñes a un estilo que te piden. Y es cuando Murakami nos habla de individualidad en el sentido que el no sigue modas ni normas, escribe lo que le sale de las teclas. Es interesante la relación que plantea entre la individualidad y el ejercicio, mens sana in corpore sano. En su caso practica ejercicio todos los días como un mecanismo que relaciona con el hábito de escribir.
Murakami también habla de la escuela y de que no encontró
particularmente útil aquel periodo de su vida, pues aunque sus notas fueran mediocres a él lo que le interesaba era leer y la música jazz. De hecho, montó un bar en el que los músicos podían acudir a jam sessions, y a pesar de casarse, continuar con el negocio, asistir a la universidad...dejó todo por su pasión cuando esta se le reveló en un partido de forma inesperada. Así, Murakami habla de que un escritor debe contar con formación y experiencia, pero no necesariamente en ese orden y que uno debe encontrar su propio orden. Lo que sí considera importante es que:
"Las palabras tienen poder y ese poder hay que saber usarlo de una forma correcta".
La creación y, por ende, la originalidad tienen un carácter individual para Murakami aunque a veces eso implique salirse de los lindes prestablecidos y que la gente rechace por puro instinto y de forma automática lo que desconoce, pero para el escritor eso no es imporante porque el tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio. El tiempo es el que también hace que a través de generaciones de lectores, las obras verdaderamente originales perduran más allá de premios y campañas publicitarias de las editoriales. Murakami habla de para quién escribir, de los personajes y de su capacidad para avanzar en las historias, de qué ocurre cuando un escritor se lanza a la aventura y marcha al extranjero, de su particular visión de los premios, nos regala una narración colmada de referencias literarias, musicales...pero sobre todo nos habla de que la expresión última, el sentido y la esencia básicos de la escritura y de la literatura, es el placer de contar historias, el placer de la literatura en sí misma. Un libro y un escritor que no puedes dejar de leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario